lunes, 6 de diciembre de 2010
Gato
Hoy un gato se estiró y durmió la siesta en uno de mis brazos.
Sus colores pálidos contrastaban con mi piel oscura humedecida por las últimas lluvias.
Ronroneó y se relajó como nunca. Y yo feliz lo invité a quedarse toda la noche.
Pero era un gato viajero y ermitaño, al que le gustaba saltar de rama en rama. De bosque en bosque.
El animalito se fue incando uñas en la tierra. Y yo vi como su cola se ondulaba en el horizonte hasta desaparecer de mi vista.
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Doña, que bueno que le haya gustado el blog del perro. Carlos le manda sus cálidos saludos, sin salir de la ermita donde se metió hace más de un año, dejándonos a todos sin el goce de sus maravillosas aventuras.
ResponderEliminarSaluts!